Hace un mes pasé un estupendo fin de semana de surf en Galicia en la escuela de surf Art Surf Camp, en Razo (A Coruña). Era una de esas experiencias que llevaba tiempo deseando hacer y que aún no se por qué no lo había hecho antes. Gracias a la oferta que nos hicieron de la escuela, nos decidimos a probar la experiencia unos cuantos compañeros bloggers y yo. Desde ya puedo decir que volveré a hacer surf, lo tengo muy claro.
El surf siempre había sido algo que había tenido en mente, pero que nunca había practicado. Cuando vi la oportunidad de pasar un fin de semana practicando este deporte no lo dudé, tenía que ir, se lo debía a mi yo de 15 años. Siempre había escuchado música californiana, incluso llegando a formar parte de alguna banda. También había hecho skate, hasta que haciendo el bruto partí por la mitad la tabla que tenía; ahí terminó mi periplo en el asfalto. Vamos que todo lo relacionado con ese mundillo me había gustado de siempre. Pero como persona de secano que soy, el surf lo tenía más difícil. Pocas olas puedes ver cerca de Valladolid. Así que de la trilogía skate, surf y grupo de música, me faltaba una parte que por fin he podido completar con esta experiencia. Para los curiosos, aquí tenéis unos ejemplos de lo último que llegué a hacer los últimos años que estuve en el mundillo de la música (vídeo 1 y vídeo 2).
Mi experiencia de un fin de semana de surf en Galicia
Viernes
Después del viaje en coche a Razo. El día no dio para mucho, salvo para conocer al resto de bloggers con los que compartiría ese fin de semana y tomarnos unas cañas. Aunque eso sí, nada más llegar la Costa da Morte nos regalo un precioso atardecer. El fin de semana prometía.
Sábado
A primera hora y antes de que sonase el despertador ya estaba con los ojos abiertos. Me moría de ganas por ponerme de pie encima de la tabla.
La mañana la tuvimos ocupada, como no podía ser de otra forma, con una clase de surf. Un par de horas en la que, al ser primerizos, nos enseñarían los movimientos y conceptos básicos que debíamos conocer antes de meternos al mar con la tabla.
Antes de ir a la playa nos dan un neopreno y una tabla. El neopreno no solo nos va a mantener más calientes dentro del agua, sino que también nos protege de rozones y nos da mayor flotabilidad dentro del mar. Las tablas son de principiante, con los bordes curvos, algo blandas y de un tamaño mayor que las que se ven por la tele. El tamaño de la tabla depende de tu altura, pero también cuanto más larga sea, más fácil te resultará ponerte de pie en ella.
Al llegar a la playa nos separamos en grupos y a los que habíamos llegado el viernes por la tarde nos ponen con Toni, nuestro monitor, un auténtico fenómeno y con una paciencia infinita. Los primero es poner la tabla en la arena y aprender los movimientos básicos que intentarás reproducir en el agua. En la arena parece fácil, pero en el agua la cosa cambia.
Tras unos minutos de práctica en la arena y con la lección aprendida, hacemos un calentamiento previo antes de meternos al agua. El surf es un deporte mucho más exigente de lo que me podía imaginar. Acabas realmente exhausto tras un par de horas de surf. Yo tenía cierta confianza en que al hacer natación tuviese cierto aguante, pero créeme que acabé reventado al final de la jornada.
Los primeros intentos de coger olas fueron bastante penosos; menuda torpeza. Pero poco a poco fui cogiendo el movimiento, aunque aún me costaba ponerme de pie encima de una ola. No desesperé y me mantuve en mis trece, quería conseguirlo al menos una vez. La verdad es que para estas cosas soy bastante cabezón y en las dos horas que estuve no descansé ni un segundo, tenía que lograrlo como fuese. Al final, el esfuerzo tuvo sus frutos y conseguí ponerme de pie una vez, aunque fuese con una espuma (así es como se llama a una ola que ya ha roto). No estaba nada mal, primera clase y primera puesta en pie. Objetivo cumplido.
Después del esfuerzo limpiamos nuestras tablas y neopreonos (usaríamos el mismo durante nuestra estancia allí) y nos pegamos una ducha antes de ir a comer al comedor del Art Surf Camp. Tanto el desayuno, como la comida y la cena estaban incluidos en nuestra estancia allí. La verdad es que todo estaba bastante rico, era sano y te daba las energías necesarias para aguantar el trote de unas clases de surf.
Tras la comida descansamos un rato, en el que alguno aprovecho para echarse un siesta, dar un paseo o hacer un particular campeonato de ping-pong en las instalaciones del campamento. La siguiente actividad fue algo que salió sobre la marcha, íbamos a visitar el taller de tablas de surf de nuestro monitor Toni y Sergio, también monitor de la escuela.
Cormoran Surfboards es un pequeño taller de tablas de surf totalmente artesanal ubicado en Carballo, en el que Toni y Sergio reparan tablas y crean las suyas propias imprimiendo su arte y pasión en cada uno de sus trabajos.
Toni ha aprendido la profesión de manera autodidacta. Pero como todo, tuvo un comienzo. Todo empezó hace ya 10 años cuando con 21 hizo un viaje de un mes a Brasil y fue a un taller de tablas para aprender el oficio en una zona poco turística del país. Según nos contó fue toda una experiencia y además, allí fue donde nació esa pasión para hacer un buen trabajo artesanal con la tablas.
Es un regalo poder ver como dos artesanos hacen su trabajo para crear estas obras de arte. Porque sí, hacer una tabla de surf, imprimirle tu carácter e incluir las características que desea el surfero es como esculpir una escultura. Un trabajo lleno de pasión, de mimo y de sentimientos que después será usado en el mar.
A continuación te cuenta algunos datos y curiosidades relacionados con la creación artesanal de tablas:
- Todo el proceso de creación dura entre 15 y 20 horas, pero al tener que guardar tiempos de secado y demás, el periodo se alarga hasta los 15 días.
- Las tablas que ellos venden, las más básicas, cuestan 400 €. Un precio menor al que puedes encontrar en tiendas (unos 650 €) por un producto similar y que no tienen ese toque artesano, sino uno de producción industrial.
- Según nos dijo, en Galicia hay 5 talleres artesanos de tablas de surf.
- Fernando Calvo fue un artesano que hizo unos 200 tablas antes de dedicarse a labores ejecutivas dentro de su empresa familiar, conservas Calvo. Sí, la famosa empresa de conservas conocida por sus atunes es de allí, de Carballo, y tiene este curioso enlace con el mundo del surf.
Tras la visita al taller, unos poco nos fuimos a recibir otra clase de surf de dos horitas. Los brazos me pesaban, pero el ansia por surfear me podía.
Por la tarde las olas tenían menos fuerza que por la mañana y las oportunidades de coger una buena eran escasas. Eso es cuestión de la mareas, así que poco se puede hacer. De todas formas, algo conseguí sobre la tabla, pero menos que ese momento mágico de por la mañana. Aún así no desistí en el intento.
La mayoría de los compañeros optaron por ir a ver atardecer al faro de Punta Nariga, del que te hablaré más tarde, pero yo preferí quedarme un poco más y seguir intentándolo. Al final no conseguí nada del otro mundo, pero viví uno de los momentazos del fin de semana. Estábamos un compañero, el monitor y yo esperando una ola cuando de repente dicen «¡Mirad, delfines!». Me quedé a cuadros. A unos 15 metros había unos pocos delfines mulares saltando sobre el agua. Era una pasada estar allí, sobre tu tabla de surf y con unos delfines jugando cerca de ti. No me esperaba que Galicia me fuese a dar esta sorpresa. Hablando con el monitor, nos dijo que más de una vez los delfines les han «acompañado» cuando hacen surf, ¿te imaginas?.
Para terminar el día, un poco de tapeo por el pueblo acompañado de un buen vinito local, cena en el campamento y unas copas con los compañeros. Había sido un día completo y de lo más emocionante, pero aún quedaba fin de semana, esto no había acabado. En el mapa que está al final del artículo tienes marcados un par de bares a los que fuimos, además de otra información de utilidad.
Domingo
Comenzaba el día y antes de que sonara el despertador ya tenía los ojos abiertos. Mi mente solo pensaba en volver otra vez al agua y hacer surf, pero mis brazos me decían que ni de coña, que ya demasiado que me iban a ayudar a levantar la taza del desayuno. No tenía demasiadas agujetas, pero notaba los brazos muy cansados. Todo el mundo puede hacer surf, pero al día siguiente notas las consecuencias de un deporte tan exigente.
Como la mañana anterior teníamos una nueva clase de surf. Un par de horitas, las últimas de este fin de semana en las que iba dar el resto para disfrutar de esta nueva pasión.
La clase de ese día comenzó con una charla en la que Toni, nuestro monitor, nos dio unas nociones básicas sobre mareas, corrientes, formación olas y otros conceptos. Esto te ayuda a saber por dónde tienes que entrar o salir del mar, dónde buscar una buena ola o incluso cuál es la mejor playa en la que puedes tener buenas olas a esa hora del día.
Después de la charla llegó el rock’n’roll, era hora de meterse al agua y tratar de cabalgar la «carne de la ola». Este concepto era el que utilizaba Toni para hablar de la pared de una ola, el momento en el que el agua se eleva pero no termina de romper. Me encantó la forma que tenía de llamarlo.
Era mi último día allí y no me pensaba ir hasta cabalgar una ola, no me quería conformar con una espuma. Conseguí ponerme de pie en varias ocasiones, pero no fue hasta la mitad de la clase cuando conseguí, por fin, cabalgar la «carne» de una ola. Me sentía eufórico, fue completamente distinto al día anterior, y pese a que no lo hice con mucho estilo debido a la emoción, disfruté del momento como un enano.
Se acababa la clase y el mar estaba más relajado, así que cambié la tabla de surf y probé a hacer un poco de paddle surf. No es un deporte que me atraiga tanto como el surf convencional, pero con el mar más calmado era la mejor opción que había en ese momento. Además, así probaba una nueva experiencia. Estuve un buen rato intentando hacer algo medianamente decente, pero esta claro que aquello no era lo mío y me tuve que conformar con ir de rodillas en vez de ir de pie.
Tengo muy claro que este año volveré a repetir y esta vez no será por aquel chaval de hace 15 años sino por la pasión que ha nacido en mi.
Escuela de surf en Galicia, Art Surf Camp (Razo, A Coruña)
Si después de leer mi experiencia estás diciendo «Yo también quiero probar», pues no hay problema, te voy a dar todos los datos para que vivas una experiencia tan genial como la que tuve yo ese fin de semana.
Ubicación
La escuela Art Surf Camp se encuentra a 38 kilómetros de A Coruña y a 60 de Santiago de Compostela, más concretamente en Razo en el municipio de Carballo. Llegar por carretera hasta allí no tiene ningún problema. Incluso también existe la opción de ir en avión hasta el aeropuerto de A Coruña o Santiago y después solicitar un servicio de traslado a la escuela.
Instalaciones
Art Surf Camp cuenta con un Albergue propio donde te puedes alojar los días en los que realices el curso, como hicimos nosotros. También tiene un bar – restaurante donde estuvimos comiendo todos los días durante nuestra estancia. Además, tienen un terraza con unas vistas increíbles al mar donde puedes descansar con una cañita en la mano después de un duro día de surf.
Justo detrás del edificio del albergue se encuentran las duchas y almacén de material donde íbamos antes de cada clase para enfundarnos en nuestros neoprenos. También, allí mismo, puedes encontrar otras instalaciones deportivas como una rampa de skate y una pared de escalada.
Cursos
Nosotros hicimos un curso de fin de semana, pero hay un montón de cursos disponibles en su pagina web. Echa un vistazo y busca lo que mejor se adapte a ti.
Consejos para pasar un buen fin de semana de surf en Galicia (o en cualquier otro sitio)
Después de haber estado unos días disfrutando como un niño con las olas te doy unos cuantos consejos para que tu experiencia allí sea lo mejor posible:
- Fuera prejuicios. No importa si no estás en una forma física envidiable, conseguirás hacer surf de una forma u otra. Los monitores tuvieron un buen rollo y una paciencia infinita con nosotros.
- Fuera miedos. Es muy difícil que te pase algo haciendo surf, es mucho más seguro de lo que e imaginas. Además el neopreno que llevarás puesto te protegerá de rozones y golpes. Eso sí, seguro que tragas algo de agua, es inevitable.
- No te preocupes por las frías aguas del Atlántico. Antes de ir no paraba de darle vueltas a eso. Bañarme en Galicia en abril, seguro que me quedo pajarito dentro del agua. Pero no fue así, en absoluto. Los neoprenos que usan son de un grosor de 3 mm en las extremidades y de 4 en el torso, y son más que suficientes para no pasar frío.
- Lleva crema solar. Vale, vas con un neopreno que te cubre todo el cuerpo, pero la cara y el cuello están al descubierto y será mejor que te protejas con una crema de factor alto si no quieres salir más rojo que un cangrejo.
- El surf es un deporte así que calienta antes de empezar. Eso sí, como seas tan caluroso como yo, vas a sentir como te cueces en tus propios jugos antes de entrar al agua.
- Haz caso a los que saben. Tu monitor te dirá los movimientos que debes hacer y también corregirá tus fallos, hazle caso y conseguirás surfear.
- Ten cuidado, no estás solo en el mar. Es mejor que te separes de tus compañeros para no «atropellar» a nadie, ni ser atropellado. Yo por poco me llevo por delante a una compañera cuando cogí una ola. Por suerte, todo quedó en un susto, lo siento Rebeca.
- Come y descansa bien. Vas a quemar muchas calorías haciendo surf, así que aliméntate bien para que no te falten fuerzas. Tampoco te pases comiendo porque sino no vas a poder levantarte de la tabla ni con una grua.
Qué ver y hacer cerca de Art Surf Camp
Además del surf, hay un montón de actividades que puedes hacer durante tu estancia allí, o bien quedarte unos días más por Galicia y dejarte enamorar por esta comunidad, como nos pasó a nosotros en 2013.
Faro de Punta Nariga
A una media hora en coche de Razo se encuentra el faro de Punta Nariga, uno de los mejores lugares para disfrutar de un buen atardecer en la Costa da Morte.
A Coruña
La capital de la provincia se encuentra a tan solo tres cuarto de hora y lugares como la Torre de Hércules, La Marina, el Castillo de San Antón o su Ayuntamiento son motivos de sobra para visitarla.
Santiago de Compostela
Algo más alejado, a poco más de una hora, se encuentra Santiago de Compostela. Aunque solo sea por sentir la magia de la Plaza del Obradoiro y su catedral ya merece una visita. Pero créeme, esta localidad tiene mucho más que ofrecer.
Disfrutar de la gastronomía gallega
Si nunca has estado en Galicia, no sabes lo que te estás perdiendo. Pulpo a feira, zamburiñas, empanada, lacón con grelos, pimientos de padrón… todo esto regado con uno de sus deliciosos vinos. Por último, de postre, una ración de tarta de Santiago y para hacer la digestión de esta orgía gastronómica un licor café o cualquiera de los muchos aguardientes que se hacen por esta tierra. Apetece, ¿verdad?
Te dejo un mapa con los puntos de interés en los que estuve ese fin de semana, además de otros que también puedes visitar (marcados en amarillo).
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Muchas de las fotos aquí publicadas han sido cedidas por Vipavi. Muchas gracias chicas por sacarnos fotos tan chulas sobre la tabla. Aparte, la foto del faro de Nariga es del banco de imágenes de Shutterstock al que estamos suscritos.
Todo lo que he comentado en este artículo es fruto de mi experiencia personal y no ha sido distorsionado en ningún momento por nadie ajeno al blog, ni por intereses de terceros. Si os ha gustado la entrada compartidla en las redes sociales y dejadnos un comentario y si no os ha gustado pues haced lo mismo ;).
Galicia es uno de los lugares por excelencia para practicar los distintos tipos de surf, yo he visitado muchos de sus lugares y siempre tengo ganas de volver.
A nosotros fue un destino que nos encantó para hacer surf, buenas instalaciones, buena playa, buenas olas, poca gente… una gozada para disfrutar de un fin de semana de surf.
Un saludo.