Tras disfrutar de la asombrosa Petra, hoy tocaba viajar hasta el desierto de Wadi Rum. Situado a unos 100 km al sur de Petra, Wadi Rum es el hogar de los beduinos y escenario de las aventuras de Lawrence de Arabia. Sus paisajes de dunas, inhóspitas llanuras e imponentes riscos forman parte de esta zona natural protegida que se considera como uno de los mejore sitios del mundo para disfrutar del cielo estrellado. En este post os contamos cómo llegar desde Petra a Wadi Rum, qué lugares visitamos en nuestra excursión por el desierto en jeep y la cena beduina que disfrutamos al ritmo de música tradicional.
Índice de contenidos
Cómo llegar desde Petra a Wadi Rum
Después de los madrugones de los dos días anteriores para visitar Petra, nos levantamos algo más tarde y desayunamos más tranquilamente antes de salir hacia Wadi Rum. El trayecto entre Wadi Musa y el centro de visitantes de Wadi Rum es de algo más de 100 kilómetros. Discurre todo el tiempo por una autovía en bastante buen estado hasta los últimos kilómetros, que hay que tomar una carretera más pequeña que va introduciéndose en el desierto. A medida que avanzas, la arena del desierto y los característicos riscos de Wadi Rum van apareciendo, incluso nos cruzamos con varios camellos. En el camino tardamos algo menos de dos horas hasta llegar a la entrada del parque, el Centro de Visitantes, donde se paga la entrada. La entrada está incluida en la tarjeta Jordan Pass, pero nos despistamos, no nos dimos cuenta de enseñarla y pagamos. La entrada de Wadi Rum es de 5 JOD/persona (unos 6 €) si no tienes la Jordan Pass.
Diferentes opciones para visitar Wadi Rum
El desierto del Wadi Rum es una zona natural protegida y Patrimonio de la Humanidad. También conocido como el Valle de la Luna por sus paisajes, no tiene el aspecto del típico desierto de dunas. Es un desierto rocoso, con macizos de arenisca y granito que se alzan hasta los 1.854 metros del pico Jabal Umm ad Dami, el punto más elevado de toda Jordania.
Para visitar Wadi Rum se puede hacer una excusión en 4×4 con un guía local o puedes aventurarte por tu cuenta con tu propio coche, la única condición es que sea un todo terreno. Eso sí, hay que tener mucho cuidado ya que si no se tiene experiencia conduciendo sobre terrenos arenosos es posible quedarse atascado durante horas hasta que alguien te ayude. Por ello, si decidís hacerlo por vuestra cuenta, llevad siempre agua suficiente y un GPS y/o móvil con suficiente batería. En nuestro caso contratamos una excursión de un día en 4×4 a través del campamento donde dormíamos (Wadi Rum Starlight Camp).
Para los más aventureros, y con suficiente tiempo, existe la posibilidad de recorrer los diferentes puntos de interés a pie, partiendo del pueblo y durmiendo en diferentes campamentos. Si os estáis planteando esta opción, tened en cuenta que estáis en un desierto donde se alcanzan temperaturas muy altas durante el día y muy frías por la noche, además de las tormentas de arena que pueden levantarse en cualquier momento. Llevad siempre con vosotros agua de sobra y no toméis riesgos innecesarios, no querréis perderos solos en medio de Wadi Rum. Finalmente, también existe la posibilidad de contratar excursiones a caballo o camello. Esta opción no la contemplamos, ya que no nos gusta el uso de animales para estos fines. Además, sus condiciones de vida y el trato que se les da normalmente no son demasiado buenos, por lo que no podemos recomendarlo.
A unos 10 minutos del Centro de Visitantes se encuentra el Wadi Rum Village, que era donde habíamos quedado con nuestro guía. Allí hay un aparcamiento gratuito donde se puede dejar el coche durante la estancia en el desierto. Aparcamos y allí mismo nos estaba esperando Fayez, el guía beduino que nos iba a llevar a descubrir los sitios más representativos de Wadi Rum. Antes de entrar en el desierto, paramos en un pequeño supermercado donde Fayez nos compró la comida para el picnic. Si vais por vuestra cuenta, aquí podréis comprar agua y comida para pasar el día.
Desde que habíamos salido de Wadi Musa el tiempo se había ido estropeando con el paso de los minutos, pero cuando entramos en el desierto el viento soplaba tan fuerte que enormes cortinas de arena se elevaban creando una especie de neblina. Habíamos tenido muy mala suerte. En mayo lo normal es que los días sean calurosos y completamente despejados pero con el tiempo nunca se sabe… Fayez nos contó que el día anterior había sido perfecto, pero que dos días antes había granizado. Decían que esto no sucedía desde hacía 40 años.
En Wadi Rum se pueden hacer algunas rutas de senderismo como la subida al Burdah Arch. Inicialmente estaba en nuestro itinerario, pero con el día tan ventoso, era peligroso y no íbamos a poder disfrutar de las vistas, así que hubo que modificar la ruta para visitar otros puntos de interés.
Ruta de un día por Wadi Rum, lugares destacados
A continuación os detallamos todos los lugares que vimos durante nuestra visita de un día al desierto de Wadi Rum que hicimos en un 4×4 junto a nuestro guía Fayez.
La fuente de Lawrence de Arabia
El primer sitio que visitamos fue la fuente de Lawrence de Arabia. Situada en lo alto de una colina, es un remanso de agua a la sombra que evita que se evapore y que se utiliza para abastecer a beduinos y animales. Además de la fuente en cuestión, lo mejor del lugar son las vistas que se tienen desde lo alto, del paisaje desértico y montañoso. En la subida hay un gran monolito con inscripciones antiguas, revelando la situación de la fuente. Estas indicaciones demuestran que este manantial existe desde hace cientos de años.
Duna de arena roja
Una vez que bajamos de la fuente de Lawrence, volvimos a coger el todoterreno. Aunque estaba nublado y hacía mucho viento, se agradecía que nuestro Land Rover estuviese cubierto, porque el sol pegaba bien fuerte. Tras unos minutos, llegamos a una de las dunas de arena roja permanentes que forman parte del conjunto de dunas de Al Hassany.
Aunque Wadi Rum no sea un desierto de arena, en algunas zonas, normalmente protegidas por alguna formación rocosa, se pueden encontrar dunas. Las más impresionantes son las de Al Hassany que, además de contar con la más alta de Wadi Rum (entre 300 y 400 metros), tienen la peculiaridad de ser de arena rojiza.
Nosotros paramos en la que Fayez nos dijo que era una de las dunas medianas y, como no podía ser de otra manera, subimos hasta arriba. Descalzos es la mejor forma de subir por la duna, sintiendo la arena en nuestros pies al más puro estilo beduino. Otras veces habíamos andado por el desierto (como aquella vez en el Sahara de Marruecos) y nos había resultado muuuuy cansado. Sin embargo, siguiendo los pasos de Fayez, en menos de 15 minutos ya estábamos en lo más alto. Las vistas del valle eran espectaculares.
Junto a la duna sobresale un pequeño risco de roca y, ya que estábamos allí, no pudimos resistirnos a subir. Esta parte fue mucho más dura, ya que al ir descalzos cada paso dolía, pero valió la pena. Las vistas de los macizos rojizos con sus caprichosas formas son preciosas. Una lástima que el día no estuviese despejado y así haberlo disfrutado en todo su esplendor.
Lo más divertido de subir una duna es que luego toca bajar. Correr cuesta abajo por una duna es divertidísimo, a la par que cansado. Fayez nos retó: «¿Os hecho una carrera a ver quién llega antes abajo?». Alber aceptó y nos echamos unas buenas risas. Estuvo a punto de bajar rodando en varias ocasiones, pero fue muy divertido. Si estáis allí, no desaprovechéis la oportunidad de probarlo.
Inscripciones nabateas de Anfaishiyya
A unos 15 minutos en coche de la duna, llegamos a unas inscripciones nabateas muy bien conservadas: los petroglifos de Anfaishiyya. A lo largo de Wadi Rum hay muchos lugares en donde se pueden encontrar inscripciones como estas, al fin y al cabo eran las «antiguas instrucciones» que seguían los beduinos desde tiempos inmemoriales para atravesar el desierto.
Las inscripciones tienen temáticas muy diferentes pero se cree que la mayor parte de ellas indican los caminos a seguir con las caravanas de camellos, los puntos de agua y dónde encontrar animales para cazar. Se cree que los antiguos habitantes que atravesaban el desierto iban «actualizando la información» añadiendo más grabados.
Los miles de petroglifos que inundan las paredes de Wadi Rum fue uno de los motivos por los que este desierto se declaró Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Los grabados, algunos con miles de años de antigüedad y realizados por las diferentes culturas que habitaron la zona (nabateos, tamudeos, árabes…) muestran la evolución del lenguaje en esta zona y sus costumbres. Por ello, están protegidos. Entre las figuras más comunes, se encuentran personas con arcos y flechas, grupos de camellos, caballos e ibex. Parece mentira que puedan haberse conservado en estas condiciones en un sitio tan hostil como Wadi Rum.
Casa de Lawrence de Arabia
Nuestra siguiente visita, a pocos minutos en coche, era la casa de Lawrence de Arabia. Allí se encuentran las ruinas de una antigua construcción nabatea que se utilizaba para cobrar las tasas a las caravanas que atravesaban el desierto. Pero lo que le hace que sea una parada muy común es que se dice que estas ruinas las utilizó Lawrence de Arabia para refugiarse durante la Rebelión Árabe.
Es imposible visitar Wadi Rum sin que alguien nos hable de Lawrence de Arabia. Quizás, este arqueólogo inglés, que se unió a los árabes para luchar contra el imperio otomano en la Rebelión Árabe, no sea muy conocido en la actualidad. Sin embargo, seguro que alguna vez habéis oído hablar de la fantástica película clásica homónima de 1962 que nuestros padres y abuelos han visto mil veces. Es imposible que no te suene su banda sonora, ya que es capaz de transportarte directamente al desierto. Más allá del mito y del personaje propagandístico, en Wadi Rum se rodó buena parte de la película, por lo que si estás planeando visitarlo puedes empezar a disfrutar de los impresionantes paisajes de este desierto viendo esta grandiosa película de David Lean.
Justo al lado de la casa de Lawrence de Arabia hay un pequeño camino que te permite subir en apenas unos minutos a una plataforma del macizo que se encuentra justo detrás. Las ondas que el paso del tiempo ha tallado en las paredes de roca son espectaculares, como de otro planeta. Pero lo realmente espectacular de este lugar es, sin lugar a dudas, las vistas del valle. Si nos dejaron sin palabras haciendo un día tan malo, no me quiero imaginar cómo tienen que ser un día despejado.
Ya de vuelta, justo debajo de la plataforma y al lado de las ruinas de la casa de Lawrence de Arabia se encuentra una jaima donde poder descansar. Nosotros aprovechamos para comer lo que Fayez nos había comprado en el pueblo. Además, pudimos disfrutar de un rico y bien azucarado té cortesía del beduino de la tienda.
Caminata por el desierto blanco
Tras unos minutos de descanso, volvimos a subir en el todoterreno para dirigirnos a la zona del desierto blanco. Algo curioso del desierto de Wadi Rum es que tiene una zona de arena roja y, no demasiado lejos, otra de arena blanca. En nuestro caso, Fayez nos había preparado dos pequeñas caminatas, una por cada zona.
La caminata comenzaba con la subida a una pequeña duna, desde la que se podía ver el puente de roca Burdah Arch. Está situado a unos 80 metros de altura y para llegar hasta él hay que hacer un trekking de unas 3 horas. Era una de las visitas que teníamos acordadas inicial en nuestra ruta de un día por Wadi Rum, pero con la tormenta de arena y los fuertes vientos, hubo que cambiar los planes.
Tras subir la duna, comenzamos a andar por un pequeño valle de arena blanca salpicada de pequeños arbustos, los únicos vestigios de vida que daba el desierto. Tras caminar unos minutos, el siq comenzó a estrecharse hasta llegar a pasos con apenas unos 5 metros de anchura. Esta parte es la más bonita de la caminata, donde resaltan las caprichosas formas de las rocas.
Al salir de la garganta, se vuelve al «desierto abierto». Allí estaba esperándonos Fayez con una sorpresa: un rico té beduino que preparó en apenas unos minutos junto a su primo, con el que casualmente se había encontrado y que llevaba otro grupo de turistas.
Cisterna natural de agua
Al terminarnos el té volvimos a nuestro jeep para dirigirnos al siguiente punto: una cisterna natural de agua al aire libre. En un estrecho hueco, pegado a las paredes de roca, Fayez nos mostró un antiguo pozo beduino. Tiene más de 20 metros de profundidad y recoge el agua de lluvia. Su estratégica ubicación, siempre a la sombra, les permite tener agua todo el año, incluso en verano.
Caminata por el desierto rojo
Después de unos 20 minutos en coche, Fayez nos dejó en un valle de arena roja flanqueado por dos macizos de roca más altos que los de la caminata anterior. Lo más curioso de este lugar es que estaba lleno de vida. A lo largo del camino encontramos varios pájaros y árboles de un tamaño considerable. En esta zona, las altas paredes protegen el interior del siq de los fuertes vientos y las temperaturas altas, y por ello los animales y plantas se refugian en su interior.
Al final del camino, de unos 30 minutos, se desciende una gran duna que finaliza saliendo del valle y llevándonos de nuevo al desierto. Allí estaba Fayez para llevarnos al último lugar a visitar: el puente de Umm Fruth.
Umm Fruth, un arco natural de roca
Tras unos 15 minutos, llegamos al puente de piedra Umm Fruth. En Wadi Rum hay varios puentes naturales de roca. Tres de ellos son los más conocidos y accesibles. Burdah Arch es el más impresionante, situado a 80 metros de altura, el trekking para llegar hasta él es bastante duro y largo, alrededor de 3 horas. Las vistas desde lo alto, deben ser impresionantes pero, por desgracia, no pudimos hacer la ruta por las condiciones meteorológicas. Rakhabat al-Wadak (conocido como little bridge) tiene una altura de unos 4 metros y subir a él es pan comido. Pese a ser menos impresionante que el anterior, las vistas del valle también deben ser muy buenas, aunque nosotros tampoco tuvimos oportunidad de disfrutarlas, ya que solo lo vimos de lejos. Al único que fuimos fue a Umm Fruth, el más conocido y visitado de todos. Con unos 15 metros de altura, llegar a lo alto es muy sencillo y se alcanza en apenas 5 minutos, lo malo es que, a día de hoy, está bastante masificado.
A diferencia del resto de sitios que habíamos visitado en los que estábamos solos o, como mucho, con un pequeño grupo de gente, el puente de piedra de Umm Fruth estaba atestado. Supongo que la sencilla subida, accesible para casi todo el mundo, y las bonitas vistas que hay, hacen que todos los guías lleven allí a sus clientes, lo que hace difícil disfrutar del lugar. Subimos hasta arriba haciendo cola y en fila esperamos más de 10 minutos para podernos situar en lo alto del puente y tener «nuestra foto» para rápidamente ceder el turno al siguiente de la cola. El arco es muy bonito y fotogénico y, tengo que reconocer, que cuando me puse en medio de la estrecha pasarela sentí algo de miedo, pero es una pena que no se pueda disfrutar con más tranquilidad.
Té al atardecer en Wadi Rum
Tras todo un día recorriendo el desierto, llegamos a nuestro alojamiento bastante cansados. Había sido una jornada súper completa en la que habíamos disfrutado muchísimo, pese a que el tiempo no nos había acompañado. Nuestro campamento era el Wadi Rum Starlight Camp, todo un acierto. La tienda en la que nos alojábamos tenía una de sus paredes de cristal. Es una pasada levantarse y tener estas vistas ¡sin levantarte de la cama! Podéis leer más sobre las tiendas y el campamento en nuestra review del Wadi Rum Starlight Camp.
Después de dejar las maletas, Fayez nos dijo que podíamos subir a un mirador que forma parte del alojamiento, en el que podíamos relajarnos y disfrutar de las vistas. Allí nos sentamos a disfrutar de un buen té beduino mientras atardecía y hablábamos con otros huéspedes y Suleiman, el propietario del hotel. A estas horas de la tarde la tormenta de arena casi había desaparecido, pero el cielo estaba completamente cubierto y no pudimos ver ponerse el sol al atardecer. Otra espinita que se nos quedó clavada.
Cena tradicional beduina en Wadi Rum
Cuando ya había anochecido completamente nos llamaron para cenar. La comida la habían preparado a la manera tradicional beduina, es decir, enterrada en la arena del desierto y hecha a fuego lento. Nos avisaron para ver cómo se sacaba la comida. Enterrado bajo un montón de arena y unas mantas, levantaron una tapa de hierro que sellaba un pozo no muy profundo de dónde sacaron dos bandejas con pollo y patatas asadas. Al lado, había otro pozo que se comunicaba con el primero y en donde se hacía la lumbre. Al estar también tapado, el calor pasa al pozo de la comida y, tras 5 horas, queda bien asadita y tierna.
Ya dentro de la tienda-comedor había otros platos como guiso de patatas, arroz, humus, ensalada, etc. Cenamos muy a gusto al calor de una estufa de leña. Al terminar, mientras disfrutábamos de una taza de té beduino, Suleiman y sus chicos nos mostraron parte de su folclore interpretando varias canciones en las que cantaban acompañados de un instrumento llamado rababah, similar a un violín, pero de una sola cuerda.
Cuando la velada terminó, salimos de la tienda con la esperanza de poder disfrutar del espectacular cielo de Wadi Rum, pero seguía completamente cubierto. Una pena, ya que es uno de los mejores lugares para disfrutar de las estrellas por la escasa contaminación lumínica. Pero… qué se le va a hacer… habrá que volver 😉
Mapa detallado de Wadi Rum
A continuación os dejamos un mapa detallado con todos los puntos de interés que podéis visitar en el desierto de Wadi Rum. En rojo están marcados los que visitamos ese día y en amarillo otros puntos de interés que también podéis visitar.
Si quieres, puedes ver el mapa «Qué ver en Wadi Rum en un día, ruta en 4×4» en otra pestaña.
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