Por delante teníamos un día sin cascadas, algo raro para ser Islandia. Pero a cambio nos esperaban lugares que parecían sacados de otro planeta. Sufriríamos el ataque de moscas enanas en lago Mývatn, veríamos grutas como Grjótagjá inundadas con agua calentada por la tierra, subiríamos a la cima de un volcán Hverfjall, creeríamos caminar por Marte al pasar por los campos de Hverir, para terminar relajándonos en los baños termales de Jardbödin vid Mývatn, la «Blue Lagoon del norte». Para no haber cascadas, no pintaba mal el día.
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Comenzábamos con un delicioso desayuno que nos había preparado el dueño de la casa en la que nos alojábamos. Antes de irnos, estuvimos hablando con él sobre nuestro viaje. Era un señor encantador y al contarle que al día siguiente íbamos a intentar ver ballenas, nos dijo que esa mañana, a primera hora, había visto alguna cuando paseaba cerca de la costa. ¡¡Qué pasada!! También nos contó alguna curiosidad sobre su vida cotidiana, como que Kópasker se queda incomunicado cuando comienza el invierno y durante esos meses se entretenía leyendo algunos de los cientos de libros que tenía en las estanterías, escuchando música o tocando el piano. Su casa era muy sencilla pero muy curiosa, forrada de techo a suelo en madera salvo alguna pared. La verdad es que tiene que ser duro vivir en un sitio así con tanto frío y soledad.
Al final, nos entretuvimos tanto que se nos súper tarde. Eran las 10:30 de la mañana y aún teníamos 150 kilómetros y dos horas por delante hasta llegar al lago de Mývatn. Eso sí, ¿recordáis que el día anterior os contamos como al llegar a Kópasker habíamos visto unos espantapájaros muy curiosos? Bueno, pues pese a las prisas, no pudimos resistirnos a parar para hacer unas fotos. Qué graciosos eran.
Mývatn, el lago de las moscas
Unas dos horas más tarde llegábamos a Mývatn. En islandés Mývatn proviene de «mý» = mosca enana y «vatn» = lago. En definitiva, el lago de las moscas enanas. Así fue como nos recibió la zona, con una horda de moscas enanas que estaban dispuestas a meterse por cualquier agujero de nuestro cuerpo: nariz, orejas, boca y ojos. Fue muy agobiante. Horrible.
Llegamos hasta Mývatn desde la 87. En la intersección con la 1 encontramos un panel informativo que nos acercamos a mirar y, nada más bajar del coche, las moscas comenzaron a acosarnos. Fue tanto el agobio que volvimos al coche y decidimos seguir por la Ring Road. Al poco nos encontramos con una serie de montañas de color rojo que nos recordaban al Rauðhólar que solo habíamos visto de lejos el día anterior. En este caso se trataban de pseudocráteres, que no son más que cráteres formados cuando la lava líquida fluyó hasta el lago desencadenando una serie de explosiones que se producían cuando el agua atrapada en el subsuelo hervía y estallaba. En el que paramos nosotros tenía un tamaño medio, pero los hay de hasta 300 m. Como parecía que aquí había menos moscas, salimos para verlo más de cerca, pero la tranquilidad duraría poco. Cuando estábamos arriba las moscas volvieron a ponerse pesadas de nuevo, así que tuvimos que volver al coche e idear un plan, taparnos completamente la cara como si fuésemos a robar un banco.
Grjótagjá, el nidito de amor de Jon Nieve
Volvimos con el coche hasta la 87 y continuamos por ella hasta Reykjahlið, una pequeña población situada al noreste del lago. Aparamos el coche allí y nos acercamos a Storagjá, una grieta cuyo fondo está inundado por agua geotermal. Como seguía habiendo moscas, decidimos alejarnos del lago dirigiéndonos hacia Grjótagjá por la 860. Grjótagjá es una grieta que forma una cueva también inundada por agua geotermal. Se puede descender hasta la cueva, pero nosotros no lo vimos muy claro y nos limitamos a asomarnos para ver el agua de color azul celeste del fondo. Desde allí se tiene una perspectiva muy bonita de la elevación de la grieta con la montaña Hlíðarfjall de fondo. En Mývatn hay muchas rutas de senderismo, una de ellas es caminar hasta lo alto de esta montaña de 771 metros. Por cierto, para los seguidores de la serie Juego de Tronos, fue en Grjótagjá donde Jon Nieve y la salvaje Ygritte tuvieron su encuentro amoroso al otro lado del muro.
Subiendo a la cima del volcán Hverfjall
Volvimos al coche para dirigirnos al aparcamiento del volcán Hverfjall. Desde allí existe un sendero que asciende por la colina del volcán hasta llegar a lo alto del cráter. Este volcán de 463 metros de altura se formó hace 2500 años y tiene la peculiaridad de que es casi circular y simétrico. La subida no es demasiado dura (a diferencia de nuestra experiencia con el Ijen en Indonesia) y desde arriba se tienen unas vistas impresionantes del interior del volcán. Hay un sendero que permite recorrer todo el borde del cráter. Su diámetro es de algo más de 1 Km, por lo que su perímetro es de casi 3,5 Km. Nosotros decidimos dar la vuelta completa y ver las vistas desde el otro lado del cráter. El trekking fue más duro de lo que esperábamos, ya que había cuestas bastante pronunciadas y al final se hace algo cansino. A nosotros nos llevó casi una hora y si volviésemos no repetiríamos. Gastas mucho tiempo en dar la vuelta completa que se puede invertir en disfrutar de otras zonas. Aunque subir el cráter sí que lo recomendaríamos, ya que desde lo alto vamos a poder disfrutar de unas vistas diferentes del lago, de Námafjall (una zona de fumarolas sulfurosas) o de los diferentes volcanes y montañas de la zona.
Dimmuborgir, los castillos de piedra de Mývatn
Al bajar del volcán nos acercamos al lago. Como ya eran las cinco de la tarde, parece que las moscas estaban empezando a irse a dormir, ya no nos atacaban. Fuimos al mirador de Geiteyjarströnd, al que se llega después de un pequeño paseo entre un bosque de abedules. El lago de Mývatn tiene 37 km2 y es el quinto más grande de Islandia. Es muy poco profundo, apenas 4,5 metros en las zonas más hondas. Las moscas, que aparecen fundamentalmente en verano, sirven de alimento a muchas especies de aves, por eso es un lugar de gran valor ornitológico. Algo curioso de este lago es que en su interior hay muchas pequeñas islitas con formas volcánicas. Desde el mirador se podían observar varias de ellas.
Tras esto nos dirigimos por la 884 hasta Dimmuborgir, un gran campo de lava con cuevas y curiosas formaciones volcánicas. La zona tiene algo más de 1 Km de diámetro y se piensa que sus pilares y estructuras se formaron hace 2000 años, cuando la lava del volcán Hverfell se acumuló en el anterior campo de lava. Esto formó un ardiente lago de lava en Dimmuborgir. Cuando la superficie se fue enfriando se formó un techo soportado por pilares del material ígneo más antiguo. Cuando el techo cedió, la lava líquida desapareció y quedaron estos llamativos pilares. Estas estructuras tienen formas muy curiosas y en muchos puntos seguro que te recordarán a algún animal o criatura.
Esta zona está cargada de misticismo. En el folclore islandés se dice que esta zona está habitada por duendes, gnomos y los Yule Lads, trece trolls hermanos que se dedican a hacer travesuras por la zona. Sus nombres son muy graciosos y tienen relación con sus aficiones como Spoon Licker (Chupa cucharas), Skyr Gobbler (Devorador de Skyr, con el que nos sentimos identificados) o Door Slammer (golpeador de puertas) que le encanta despertar a la gente a golpe de portazo. En verano es muy difícil verlos, ya que es cuando descansan en sus cuevas. Es en invierno el mejor momento para encontrárselos mientras se preparan para las navidades. La mejor forma de verlos es caminando hasta Hallarflot gritando en alto «Jolasveinn!!». Existe una cueva secreta llamada Jólasveinahellirinn que no se encuentra señalada en ningún mapa en donde podréis ver dónde duermen, su ropa o su cocina. Para encontrarla hay que desviarse del camino principal, pero nosotros no la encontramos.
Además de por los trolls, la tradición cristiana nórdica dice que esta zona conecta la tierra con las «Catacumbas del infierno» y que fue donde cayó Satanás cuando fue expulsado del cielo, y ahora ¿quién se asoma a estas cuevas?
En Dimmuborgir existen diferentes senderos que nos llevarán a conocer la zona. Es importante no olvidarse del color de nuestra ruta porque en caso contrario es muy fácil perderse, ya que las formas del campo de lava son muy parecidas en algunas zonas. Nosotros dimos un pequeño paseo, pero al cabo de un rato comencé a encontrarme mal y tuvimos que volver al coche a descansar un buen rato. Fue una pena porque nos hubiese gustado pasear más por el sitio. Pero no pudo ser, se hacía tarde y había otras dos cosas que no nos podíamos perder.
Hverir, las sulfataras cercanas a Mývatn
Nuestro siguiente destino fue Hverir. Siguiendo por la Ring Road y nada más llegar al otro lado de la montaña Námafjall debemos desviarnos por una pequeña pista de gravilla. De camino se pasa por delante de un gran lago de un curioso azul clarito celeste. Éste forma parte de la primera planta geotérmica de Islandia, Bjarnarflag. Como se encuentra pegado a la carretera, paramos unos minutos para verlo. Justo delante de Hverir hay un aparcamiento y nada más bajar del coche el olor a azufre, normalmente asociado a huevos podridos (¿cuántas veces hemos olido huevos podridos?), nos da un desagradable recibimiento. Eso sí, el paisaje que tenemos delante nos deja sin palabras. Las fumarolas silbantes, calderas de lodo, respiraderos humeantes y la mezcla de colores amarillos, ocres, blancos, grises y azules crean un conjunto que nos trasladan a otro planeta.
Existen senderos marcados por cuerdas y estacas, pero conviene leerse los carteles informativos donde nos explican cómo debemos comportarnos para evitar algún percance. Por ejemplo, evitar pisar la tierra de color más claro, ya que eso indica que ahí existe un respiradero activo y es posible que al pasar sobre ello las playeras se te derritan. Nosotros disfrutamos un montón de este lugar, pese a que en algún momento el olor a azufre era tan intenso que daban ganas de vomitar. La sensación de estar en un lugar donde la tierra hierbe es impresionante. Nos quedábamos absortos mirando a las calderas de barro borbotear, preguntándonos cuál sería su temperatura. Existen varios carteles informativos que nos explican todos estos fenómenos.
Esta solfatara es increíble. Nosotros la recomendamos sin dudar y debe ser un «must see» en tu viaje al norte de Islandia, es algo que no se puede ver en casi ningún lado del mundo y no se puede desaprovechar la oportunidad.
Una espinita que se nos quedó clavada fue no subir a lo alto de la colina Námafjall donde hay unas vistas preciosas de la zona. Nosotros no tuvimos tiempo de hacerlo porque suele llevar unas dos horas y se nos habría hecho de noche, pero si os apetece y os veis con fuerzas de subir la montaña, es un trekking muy recomendado.
Relax en los baños termales de Mývatn, la «Blue Lagoon del norte»
Cuando volvimos al coche eran ya las nueve de la noche, pero aún teníamos una última visita por hacer y que después de lo ajetreado que había sido el día era el mejor colofón que podíamos tener: los baños termales de Mývatn o Jardbödin vid Mývatn (Jarðböðin við Mývatn). Estos baños son parecidos a la famosísima Blue Lagoon, pero el complejo es más pequeño, barato y se encuentra menos masificado. Tenéis toda la información de horarios y precios en su web. Tiene varias piscinas con temperaturas entre 36 y 40 grados y, además, tiene unas vistas espectaculares del lago, los volcanes y las montañas que lo rodean. Sus aguas provienen de la grieta realizada por la central geotérmica Bjarnarflag y su contenido en minerales y alcalinidad hace que no sea necesaria la utilización de cloro u otros químicos para mantenerla limpia.
Cuando nosotros llegamos eran las nueve y algo pero como en verano cierra a media noche aún teníamos varias horas para disfrutar de un baño relajado. Nos metimos en los vestuarios para ponernos el bañador y cuando terminé salí a la laguna. El termómetro marcaba que estábamos a 0°C así que me eché una carrera hasta la piscina para no morir de congelación (son apenas 15 metros pero a mí se me hicieron eternos). Al entrar el agua estaba calentita y daba gusto aunque tenía un ligero aroma sulfuroso. No era desagradable, pero se notaba.
Disfrutamos de la piscina central unos minutos, pero como somos de culo inquieto, fuimos probando todo. En la piscina de 40°C casi nos abrasamos. Si permanecíamos quietos no quemaba, pero en cuanto te movieses, te abrasabas. Lo curioso de esa piscina es que te subía tanto la temperatura del cuerpo que al salir de ella no notabas el frío y eso que había 0°C y hacía algo de viento. Probamos también las saunas. Aunque yo me tuve que salir porque los ambientes tan húmedos y calientes me provocan sensación de asfixia. Estuvimos de piscina en piscina hasta el momento de cierre.
Una cosa muy importante, tened en cuenta que el agua contiene sulfuro, lo que puede estropear joyas de plata o latón. Dejadlas en el vestuario.
Este día nos lo habíamos pasado tan bien que se nos había olvidado avisar en nuestro hotel de que íbamos a llegar súper tarde. Cuando nos subimos en el coche a las 00:15 llamamos y nos dijeron que no nos preocupásemos, que nos dejarían la llave de la habitación encima de la mesa del comedor. Cuando llegamos allí era casi la 1:00, así que entramos con cuidado de no hacer ruido, cenamos un sandwich en la habitación y nos fuimos a dormir. Había sido un día agotador pero muy chulo.
La zona del lago de Mývatn tiene muchísimos atractivos. Nosotros no nos habíamos preparado un recorrido y en ciertos momentos andamos dando tumbos de un sitio a otro. Esto nos hizo perdernos algunas zonas que nos hubiese gustado disfrutar, como la zona de Krafla y el cráter de Vítí o subir a Námafjall. Os aconsejamos que en el coche, según estáis yendo os hagáis una rutilla con los sitios que queréis ver y la vayáis siguiendo. Sino os pasará como a nosotros y algo se os quedará en el tintero. Seguro que el mapa que os dejamos os viene genial para planificaros. Este sitio nos encantó y lo recomendamos sin dudar. Tiene de todo, volcanes, lagos, cuevas, aguas termales, paisajes de otro planeta, bosques, fisuras tectónicas, campos de lava y, con un poco de suerte, trolls 🙂
Mapa del norte de Islandia
A continuación os dejamos un mapa con los puntos de interés alrededor del lago Mývatn que visitamos durante nuestro séptimo día en el país, además de otros que también puedes ver (marcados en amarillo).
Si quieres ver el mapa en otra pestaña haz clic aquí.
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