Subida al volcán Ijen y llegada a Bali, del infierno al paraíso

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Hoy os hablamos del volcán Ijen de la isla de Java y el trekking que hicimos para llegar hasta su interior. Este imponente volcán también es un mina de azufre con unas condiciones terribles para los que trabajan allí. Además, es el lugar de un fenómeno único, los blue fires. Por último, os contaremos cómo llegar desde la isla de Java a Ubud, en Bali, por vuestra cuenta.

Madrugar para ver los blue fires del volcán Ijen

¡Rinnnngggg, rinnnngggg! «¿Otra vez? ¡¡Dios, pero que horas son éstas de que suene el despertador!!». Si el día anterior parecíamos osos panda al levantarnos, hoy teníamos la cara de un zombie cualquiera de The Walking Dead. Eran las 22:50 y nos habíamos ido a la cama hacía solo 3 horas. Tanto sueño acumulado nos acabaría pasando factura.

El motivo del madrugón era poder ver los blue fires del volcán Ijen que solo se pueden observar por la noche. Estos «fuegos azules» se hicieron famosos cuando National Gegrophic habló de ellos hace unos años. Básicamente, son unas llamas azules de gas sulfúrico que pueden llegar a los 5 metros de altura, y que emergen de las grietas del volcán a temperaturas de hasta 600°C. Impresionante, ¿no? Además, el volcán Ijen es de los pocos lugares en el mundo en el que se puede contemplar este fenómeno y dónde las llamas alcanzan mayor altura.

Recogimos las maletas y bajamos a la recepción del hotel a por el desayuno para llevar que habíamos encargado cuando llegamos. Un huevo cocido, zumo y dos tostadas con mermelada serían nuestro desayuno para ese día. No era nada del otro mundo, pero menos es nada.

Nos montamos en el coche y pusimos rumbo al volcán Ijen. Teníamos por delante más de dos horas, así que intentamos echar una cabezacita por el camino. Lo malo de alojarnos en ese hotel era que que estábamos algo lejos del volcán Ijen. Mirándolo a posteriori deberíamos haber pedido una opción más cercana al volcán y así haber podido dormir algo más. Aunque si no hubiésemos tenido que madrugar tanto, el Ijen View Hotel & Resort hubiese sido una buena opción.

Trekking al interior del volcán Ijen

Tras un largo camino por carreteras de montaña, llegamos a los pies del volcán sobre la 1 y pico. Nuestro conductor nos presentó al guía con el que haríamos la ruta y fuimos con él a la caseta donde te dan el permiso para subir al volcán. En este caso sí que estaba incluido el guía en el precio del tour, así que no tendríamos ninguna sorpresa desagradable como nos había ocurrido hacía dos días en la cascada Madakaripura.

Antes de iniciar el trekking al volcán Ijen

Debió haber ciertos problemas con los permisos, porque nos tocó esperar durante una hora hasta que pudimos empezar la ruta. Con el frío que hacía, lo peor que nos podía pasar era estar allí parados durante tanto tiempo.

Subida al volcán Ijen, una mina de azufre de Java

Al final, tras una larga espera, apareció nuestro guía con los permisos. ¡Por fin! Encendimos nuestros frontales y comenzamos la ruta. Para subir a la cima del volcán¡ hay que salvar unos 536 metros de desnivel y andar unos 3 km. A esto hay que sumar otros 150 metros de desnivel y 1 km que hay hasta el fondo del cráter. En total la ruta es de 8 km (ida y vuelta) y tiene un desnivel acumulado de 686 metros. Sobre el papel parecía una ruta asequible, pero el cansancio, el sueño y las condiciones del volcán cambiarían por completo esto.

Al principio la subida es bastante empinada, ya que tienes que salvar bastante desnivel en poco tiempo. Aún así, empezamos subiendo a un buen ritmo, parecía que había desaparecido todo atisbo de cansancio. Poco a poco pasábamos a las personas que nos encontrábamos por el camino, pero no tardamos en darnos cuenta que todo aquello era un espejismo. Sin esperarlo, y sin que pasase demasiado tiempo, nos llegó de repente todo el sueño y cansancio que teníamos acumulados. Las piernas perdieron toda la fuerza que creíamos que tenían y nos tocó hacer alguna pequeña parada en el camino para recobrar el aliento. En condiciones normales no nos hubiese costado tanto, pero el cansancio había hecho mella en nosotros.

Según vamos subiendo el guía nos comenta que si llevamos máscaras de gas. ¿¡Qué!? ¿¡Máscaras de gas!?. Sabíamos que era un volcán de azufre, nos imaginábamos que sería algo parecido a lo que vimos en Islandia, no que fuese necesario ir con máscaras de gas. Nos dijo que si no teníamos nos recomendaba que las alquilásemos en una cabaña a la que llegaríamos dentro de un rato. Así lo hicimos, cuando llegamos a la cabaña alquilamos un par de mascaras de gas. No me acuerdo del precio, pero si que recuerdo que eran bastante baratas (puede que un par de euros cada una). No teníamos muy claro si realmente las necesitaríamos o nos la estarían colando, pero aún así las cogimos por si acaso, no queríamos arriesgarnos.

Lena con la mascara de gas

A partir de ese punto, la subida dejó de ser tan empinada. Sin embargo, poco a poco empezamos a notar ese olor a huevos podridos tan característico del azufre. Eso significaba que nos acercábamos a la cima. Nos pusimos las mascaras y comprobamos que funcionaban a la perfección, ya no olíamos nada. ¡Genial! Pero a cambio, teníamos que hacer ciertos esfuerzos para poder respirar. No es lo mismo dar una bocanada de aire sin nada, que hacerlo a través de una mascara de gas. Así que como todavía no era realmente necesario, optamos por aguantar el olor del azufre e ir sin máscaras.

Descenso al interior del volcán Ijen y las fumarolas de aufre

Al llegar a la cima la cosa cambió, aquí no solo era el olor, la nube de azufre subía y se notaba en la garganta. Así que decidimos que ya era hora de ponerse las máscaras y comenzar el descenso al fondo del cráter. Al mirar a abajo se veía una hilera inmensa de linternas bajando por el camino al cráter. Parece ser que el cartel que ponía bien clarito que estaba totalmente prohibido bajar era poco disuasorio. Haciendo caso al refrán «donde fueres, haz lo que vieres» comenzamos el descenso. En fin, ya que estábamos allí y nos habíamos pegado el madrugón, queríamos ver los blue fires.

Lentamente fuimos bajando en fila india por un camino empinado de roca y tierra. Había mucha gente y la cosa iba muy lenta, en algunos momentos llegaba a ser algo desesperante. Para empeorar la situación, Lena empezó a encontrarse mal. No hacía falta que me dijese nada, se le veía en la cara. Le costaba respirar y estaba muy cansada. Se le había juntado que estaba algo constipada, con el hecho de tener que hacer esos esfuerzos con la máscara de gas. Mal asunto.

Una persona cogiendo un trozo de azufre en el volcán Ijen

Al llegar abajo del todo, el ambiente era irrespirable, menos mal que le habíamos hecho caso al guía y habíamos alquilado las máscaras de gas. Los blue fires no se veían muy bien, ya que las densas nubes de gas sulfuroso que salía del volcán los tapaban casi por completo. Menudo chasco.

La malo de estar en la parte más baja del volcán era que las nubes de azufre te cubrían por completo. Había que estar atento para que cuando hubiese un cambio brusco de viento que llevase las nubes hacia ti, darte la vuelta, agacharte rápidamente y esperar a que el viento volviese a cambiar. Aunque tuviésemos las máscaras de gas puestas, de nada servían si venía una de esas nubes, se nos irritaban los ojos y la garganta. Por lo que después he leído en otros blogs y por lo que me ha contado otras personas que han ido para allá, las nubes de azufre no son ni tan grandes, ni tan densas como las que teníamos ese día.

Lena entre las nubes de azufre de Ijen
En el interior del volcán IjenNubes de azufre en Ijen

Esas nubes de gas de las que te hablo vienen de unas tuberías de cerámica que se han puesto en el volcán para canalizar todo el azufre gaseoso que sale y que después se condensa en azufre fundido. Y es que, por si no te lo había dicho antes, este volcán es una mina de azufre. Es un trabajo terriblemente duro, ya que no solo tienen que respirar todos los días el humo tóxico, sino que transportan cargas muy pesadas. Cada minero lleva de una sola vez entre 70 y 100 kilos por la misma ruta que nosotros estábamos haciendo. Debido al esfuerzo que requiere, la mayoría de ellos hacen ese viaje solo dos veces al día. Pero como el salario es muy bajo muchos también trabajan como guías turísticos para conseguir un sobresueldo. Como para quejarse lo más mínimo de nuestros trabajos, esta gente si que tiene un trabajo duro.

Azufre en el volcán IjenLa carga que llevan los mineros

No nos queríamos quedar mucho tiempo porque estaba siendo bastante complicado conseguir respirar. Así que nos acercamos al lago que hay en el interior del cráter antes de salir de allí. No nos pudimos aguantar y tocamos el agua. Es un agua ácida, pero tranquilo, no se te derriten las manos al tocarla. Estaba templada y tenía un montón de virutas de azufre en el fondo, pero lo realmente curioso es su color que es una mezcla entre un azul y un gris un tanto fantasmagórico.

Lena y nuestro guía con un par de trozos de azufre

Salimos de allí sin tardar demasiado porque Lena se empezaba a encontrar bastante mal, incluso estaba algo mareada. No queríamos sustos como el que tuvimos el primer día en el aeropuerto de Madrid.

Un minero de Ijen con su carga

Al llegar de nuevo a la cima del cráter, con las primeras luces del día, pudimos ver el interior del volcán. Es un paisaje espectacular, pero que en su interior alberga un terrible infierno al que acuden a trabajar todos los días un grupo de mineros.

Nosotros frente el cráter de Ijen

Después de descansar un poco comenzamos el descenso. Sin necesidad de máscaras de gas y sin esfuerzos añadidos al respirar, pudimos ir hablando algo con nuestro guía. No sabía muchas palabras en inglés, ni entendía demasiadas, pero conseguimos mantener una conversación. Nos contó que se estaba esforzando todo lo que podía para que sus hijos no se tuviesen que dedicar a lo mismo que él. Intentaba ganar el suficiente dinero para que pudiesen estudiar y así conseguir un trabajo mejor. También nos habló sobre historias de su rutina del día a día, de lo que hacían sus compañeros, de su familia y mientras nos contaba todo eso, no parábamos de pensar en que nosotros somos unos grandes afortunados por tener la vida que tenemos.

Los volcanes desde la ruta a IjenUn volcán humeante visto desde Ijen

Al final de la ruta nos estaba esperando nuestro conductor. ¡Por fin habíamos terminado la ruta! Habían sido 5 horas realmente duras por las condiciones físicas que arrastrábamos (en especial Lena) y por la dureza del entorno. ¿Lo repitiríamos? Lena tiene claro que no, pero yo creo que habiendo descansado adecuadamente puede ser una experiencia única que solo se puede vivir en pocos lugares del mundo. Eso sí, si me dan a elegir entre Bromo e Ijen me quedo sin ninguna duda con Bromo, tanto por su amanecer como por sus vistas. También hay que tener en cuenta que se puede realizar este trekking más tarde, aunque no llegues a ver los blue fires.

Antes de irnos de allí y pese a que nuestro conductor ya le había pagado al guía, decidimos darle una propina. Había sido muy majo con nosotros y nos había dado buenos consejos como alquilar las máscaras de gas, agacharnos cuando viniesen las nubes de azufre…

Habiendo hecho la ruta al volcán de Ijen o Kawah Ijen, como lo llaman ellos, te puedo dar los siguientes consejos:

Consejos para hacer la ruta al volcán Ijen

  • Lleva ropa de abrigo. Lo más probable es que hagas la ruta por la noche o a primera hora. A esas horas y a esa altitud (sobre los 2.000 metros) hace frío.
  • Si vas a hacer la ruta de noche lleva un frontal o una linterna. Mejor un frontal, para así tener las dos manos libres.
  • Si no tienes guía, no es necesario que contrates uno, el camino no tiene perdida.
  • Aunque parece que está prohibido bajar al interior del cráter la gente lo hace, así que no te preocupes, podrás bajar, pero protégete de los gases.
  • Lleva agua. Pese a que no sea una ruta larga, requiere cierto esfuerzo, pero sobre todo, necesitarás beber agua después de estar en ese ambiente tan sulfuroso.
  • Alquila un máscara de gas si vas a bajar al interior del volcán. Lo podrás hacer en la cabaña que encontrarás a medio camino. En mi opinión no sería suficiente ir solo con máscaras de tela o papel que puedes encontrar en cualquier todo a cien, necesitas más protección.
  • Si sufres de asma o si tienes algún problema respiratorio quizás no debas bajar al interior del volcán.
  • Si quieres llevarte un recuerdo de allí, puedes comprar figuritas de azufre talladas por los mineros. Además, de esta forma, les darás un sobresueldo que les vendrá muy bien.
  • Si no quieres madrugar tanto como para hacer la ruta para ver los blue fires, puedes dormir un poco más y hacerla más tarde para ver amanecer o incluso por la mañana.

Ferry de la isla de Java a Bali, puerto de Ketapang

Eran las 7 y pico de la mañana cuando, saliendo de allí, nos comíamos el desayuno que nos habían dado en el hotel. No era gran cosa, pero nos ayudó a reponer algo de energías. Eso sí, al terminárnoslo, no tardamos ni medio segundo en quedarnos sobaos, estábamos realmente cansados. Mientras tanto nuestro conductor puso rumbo al puerto de Ketapang donde cogeríamos el ferry hacía Bali.

Tras casi dos horas de trayecto, las cuales las pasamos dormidos casi todo el rato, llegamos al puerto de Ketapang. Allí pagamos a nuestro conductor lo acordado por el tour completo (3.800.000 IDR, al cambio unos 250,22 €) y le dimos una propina de 50.000 IDR (unos 3,3 €). Nos dejó justo frente al puerto y nos dijo dónde teníamos que ir a coger el ferry para ir a Bali, así que bajamos las maletas del coche y fuimos para allá.

El puerto de Ketapang

No es un puerto grande por lo que encontrar el sitio donde comprar los tickets para el ferry que te lleva a Bali es bastante sencillo. Sin duda alguna, este barco es la mejor forma de ir a Bali después de visitar la zona de los volcanes de Java (Bromo e Ijen). Tardas poco (menos de una hora), es realmente barato (tan solo 7.500 IDR por persona, es decir, unos 0,50 €), y tiene una alta frecuencia de salidas (cada 15 o 30 minutos, las 24 horas del día). Cuando vayas a la taquilla tienes que pedir un ticket a Gilimanuk (Bali) y ellos te dirán dónde tienes que ir a por el ferry.

Aunque perdimos el primer ferry que vimos, no tardamos en montarnos en el siguiente. Una vez dentro, nos acomodamos en los asientos y, para recuperar fuerzas, nos compramos una bolsa de patatas fritas en el quiosco que hay en su interior por 5.000 IDR (unos 0,33 €). Tras esto, Lena se tumbo en los asientos para intentar descansar algo durante el corto trayecto. Con el constipado que tenía, la ruta había sido el remate final.

Las vistas desde la isla de Bali desde el ferry

Tras algo menos de una hora llegamos a Bali. Dejábamos atrás los volcanes de Java, para dar la bienvenida a una nueva etapa del viaje en la que pasaríamos siete días en Bali, la isla de los dioses. ¡Bien!

Información práctica: Ferry isla de Java – Bali

  • Sin duda alguna, el ferry que sale de Ketapang es la mejor opción para llegar a Bali, a la localidad de Gilimanuk.
  • El precio es de 7.500 IDR (unos 0,50 €) por persona y trayecto y se compra en la taquilla del propio puerto.
  • El trayecto dura media hora, a lo que hay que sumar se tarda en subir y bajar del barco, en total, algo menos de una hora.
  • Tiene una alta frecuencia de salidas. Los ferrys salen cada 15 o 30 minutos, las 24 horas del día.
  • La parte inferior está dedicada a los vehículos, pero la parte superior tiene asientos normales. Vete a directamente a la parte superior del barco.
  • En el interior hay un quiosco donde podrás comprar algún aperitivo, bebidas o incluso juguetes y ciertas cosas de entretenimiento.
  • Al llegar a Gilimanuk no hay muchas opciones de transporte público para trasladarte a otras localidades de la isla, por lo que la opción más usada es ir en taxi. Nosotros, tras mucho regatear, fuimos hasta Ubud por 520.000 IDR (unos 16,46 €).

Cómo ir desde Gilimanuk, en el oeste de Bali, a Ubud

Nada más bajarnos del ferry vinieron a nosotros un montón de taxistas ofreciéndonos sus servicios, al grito de «taxi, taxi». Teníamos bien claro que íbamos a coger un taxi hasta el hotel de Ubud, pero no queríamos pagar una millonada por él. Veníamos con referencias de precios que habían pagado otras personas hacía unos años, aunque seguro que desde entonces habrían subido los precios. Al primero que le preguntamos nos dijo que para ir a Ubud costaba 1.000.000 IDR (unos 65,85 €). ¡Qué! ¡Ni de coña!. Las referencias que nosotros teníamos eran de aproximadamente la mitad, así que nos negamos en rotundo y seguimos caminando. Al poco el hombre fue bajando y nosotros seguimos negándonos hasta que llegó a los 800.000 IDR (unos 52,68 €), entonces comenzamos a regatear. Habíamos conseguido algo de práctica durante nuestros días en Indonesia, así que tras un buen rato de regateo conseguimos bajar a los 520.000 IDR (unos 34,24 €). Un precio que nos parecía adecuado para el trayecto que íbamos a hacer, unos 130 kilómetros en unas 4 horas.

Al poco de montarnos en el coche empezamos a ver las diferencias que hay entre la isla de Bali y la isla de Java. Lo que más nos llamó la atención era que todas las casas tienen un pequeño o gran templo en el jardín (depende del dinero que tenga la familia). El motivo es que ya no estamos en una isla donde la religión mayoritaria es el islam, como ocurre en el resto del país, sino que la mayoría de los balineses son hinduistas. Además de esto, hay que tener en cuenta que en Bali hay una hora más que en la isla de Java, tal y como te comentamos en la Guía de viaje: Indonesia en 20 días.

Tarde de relax en Ubud

Tras unas cuatro horas de coche en las que conseguimos dormir a ratos llegamos al hotel en el que nos alojaríamos en Bali durante la siguiente semana, el Hotel Bunga Permai. Ya te hablaremos más extensamente sobre el hotel, pero desde ya te puedo decir que fue el mejor hotel en el que nos alojamos y que repetiríamos sin dudarlo. Es sencillamente espectacular y tan solo costaba 34,71 € la noche (desayuno incluido). Un auténtico paraíso en un entorno envidiable que difícilmente podríamos encontrar en el centro de Ubud.

Habitación Hotel Bunga Permai (Ubud)Exterior Hotel Bunga Permai (Ubud)

Pagamos al taxista y entramos en el hotel. Tras dar los datos de la reserva, nos llevaron a nuestra habitación y nos dieron un cóctel de bienvenida. Así da gusto, con estos detalles ya empezaban a encandilarnos y eso que aún no habíamos descubierto el resto de sus instalaciones.

Aunque estábamos emocionados por haber llegado a Bali, el cansancio que teníamos encima podía con nosotros. Eran las dos de la tarde y aún no habíamos comido, pero daba lo mismo, necesitábamos dormir en una cama. Nuestro cuerpo nos pedía a gritos que frenásemos el ritmo, así que nos echamos una siesta de las buenas.

Tras casi tres horas durmiendo como auténticos lirones, nos levantamos con las pilas recargadas, pero con un hambre canina. ¡No habíamos comido casi nada en todo el día y ya eran las cinco de la tarde! Por rapidez y comodidad optamos por quedarnos en el restaurante del hotel, ya tendríamos tiempo de ir a Ubud mañana. Lena se pidió una hamburguesa con patatas, en mi caso me decanté por una carne picante que no recuerdo como se llamaba, y además, para compartir, nos pedimos una ensalada cesar y de postre bananas fritas con helado. Menudo festín y además todo estaba riquísimo, de las mejores comidas que habíamos probado hasta el momento en el país. El precio final fue de 249.000 IDR (unos 16,39 €). Es un precio algo más elevado que la media, pero hay que tener en cuenta que pedimos bastante comida, que estábamos en un hotel y que en Bali todo es un poco más caro que en la isla de Java. Aún así, 16 € por todo eso sería un autentico chollo en España.

Nuestra primera comida en el Bunga Permai de UbudBananas fritas en el Bunga Permai de Ubud

El resto del día lo pasamos descansando en el hotel y recargando las pilas para comenzar con energías nuestra aventura en Bali. Nos fuimos a la cama pronto con una sonrisa de lado a lado ¡Estábamos en Bali! Todavía no nos creíamos que fuésemos a estar una semana en aquel paraíso.

Mapa detallado de Ijen y trayecto a Ubud

Os dejo un mapa con los puntos de interés de este día.


Si queréis ver el mapa en otra pestaña haced clic aquí.

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4 COMENTARIOS

    • Hola Alba!
      Sí, el tour que hicimos con ellos incluía lo siguiente:
      * Recogida en el aeropuerto en coche privado, desplazamientos y gastos asociados al coche hasta el puerto de Ketapang (desde el que iríamos a Bali)
      * 4×4 en Bromo (para moverte desde el hotel hasta la base del volcán cruzando el mar de arena, i/v)
      * Hotel en Bromo e hotel en Ijen con el desayuno incluido.
      * Entrada Bromo y Madakaripura (parkings)
      * Guía local en Ijen (esto lo negociamos para que lo incluyese)

      De todas formas, si tenéis cualquier duda de lo que incluye o no lo podéis hablar con ellos y responderán encantados. Nosotros acabamos muy satisfechos con el tour.

      Un saludo.

  1. Hola!
    Me he vuelto loca buscando vuestro blog, no me acordaba del nombre! Hace unos meses consulté mucho vuestro blog porque estuve preparando mi viaje a Indonesia y sobre todo, no encontraba mucha info sobre cómo llegar a Bali desde Banyuwangi.
    Nosotros también subimos al Ijen y me acordé mucho también de tu pareja, que le había costado mucho. Ciertamente, a nosotros, incluso acostumbrados a hacer deporte, nos costó mucho también! Yo creo que si la ruta no fuera nocturna y viéramos todo el camino que hay que hacer, quizá nos lo pensaríamos mejor… Pero bueno, finalmente subimos, lo conseguimos y bajamos al cráter.
    Queria agradecerte toda la info tan práctica que publicas.
    Por otro lado, como a nosotros nos gusta mucho viajar, también me he animado a crear un blog. Llevo solamente dos meses con él pero bueno, poco a poco, que por lo que he preguntado a otros bloggers de viajes, es un terreno duro y traicionero.
    Ya que te tengo localizado, te voy a seguir en las redes sociales para no perderme nada de tus viajes.
    Un saludo!!!! y mil gracias!

    • Muchísimas gracias por tus palabras!!!!
      Lo del Ijen fue algo duro… pero al fin y al cabo, una experiencia de viaje más.
      Me alegra oírte que te hayas animado a crear un blog. Échale horas y esfuerzo y verás la recompensa; como mensajes como éste que nos has escrito.
      Un saludo!

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