Una mañana más nos levantábamos en nuestro rinconcito del paraíso, en nuestra habitación del Bunga Permai, listos para conocer una nueva parte de la isla. Hoy no vamos de ruta por el norte de Bali.
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Bajamos al restaurante y allí nos esta esperando un delicioso desayuno con fruta troceada, pancakes de plátano, huevos benedictinos, tostadas y el habitual zumo de naranja y papaya. No tendría ningún problema en acostumbrarme a esta rutina.
Itinerario en coche por el norte de Bali
Puntuales, bajamos a las 9 a la recepción del hotel para montarnos en el coche y comenzar nuestra ruta por el norte de Bali. El plan inicial para ese día era muy extenso y en cuanto se lo comentamos al conductor nos dijo que era imposible ver todo en un día. Eran demasiados lugares y las distancias entre algunos de ellos eran muy grandes. Pese a que en Google Maps parecía que no era así, el tener que ir por carreteras de montaña hacía que las distancias aumentasen y los tiempos para cubrirlas se fuesen por las nubes. Así que lo mejor que podíamos hacer era descartar, seleccionar bien y reestructurar la ruta del día para poder disfrutar y no ir a la carrera de un sitio a otro.
Terrazas de los arrozales de Tegalalang
Nuestra primera parada fueron los arrozales de Tegalalang, cercanos a Ubud. Para acceder tuvimos que pagar una entrada de 10.000 IDR cada uno (unos 0,65 € por persona). A lo que habría que sumar un «donativo» que nos pidió una mujer a la entrada, otros 10.000 IDR (0,65 € aproximadamente). Este donativo es una petición-timo usado en ciertos lugares, puedes optar por darles algo o negarte y seguir tu camino. En este caso, le dimos algo de dinero y preferimos no entrar en discusiones, ni aguantar malas caras.
Para visitarlos puedes optar por no pagar ninguna entrada y verlos desde alguna de las terrazas de los bares cercanos, pero nosotros preferimos verlos desde dentro. Para mi gusto, son los arrozales más bonitos que vimos en Bali. Eso sí, fue una lástima que las plantas estuviesen recién plantadas, solo se veía agua en las terrazas que silueteaban la colina. Aun así, era una estampa preciosa.
Estuvimos dando un paseo por los caminitos que discurrían por los arrozales, disfrutando del momento. Estábamos allí, en medio de un paisaje de postal, en uno de esos lugares que ves en las revistas de viajes y con los que habías soñado durante mucho tiempo. ¡Estábamos en Bali!
Pura Gunung Kawi
Volvimos al aparcamiento y nos dirigimos al siguiente punto de la ruta del día, Pura Gunung Kawi. En este templo están enterrados los miembros de la familia real. Uno de sus mayores atractivos son las enormes tumbas talladas en piedra. Aunque realmente ese no es el lugar donde se encuentran los monarcas. Las tumbas están vacías, puesto que están enterrados en una de las cuevas del templo. Pues bien, si eso era lo más destacable del lugar, nosotros no lo vimos ni por asomo. Más tarde leímos que tienes acceder a las tumbas a través de un camino que discurre rodeado de arrozales. Menuda lástima, ya nos podría haber avisado de eso nuestro conductor.
Pese a que no vimos las tumbas, accedimos al templo previo pago de una entrada de 15.000 IDR cada uno (1 € aproximadamente). El recinto era muy bonito y no había ningún turista, al contrario que en los arrozales que estaba un poco lleno. Pudimos disfrutar en total tranquilidad de ese lugar para nosotros solos. Una verdadera pasada.
Estanques, templos, esculturas y vegetación exuberante, un combo perfecto, que hacen de este lugar un espacio lleno de paz y armonía. Nos encantó, pese a que no viésemos las tumbas. Aunque como regalo de despedida vimos una escena de lo más entrañable, unos niños saltando y jugando en uno de los estanques del recinto.
Manantiales sagrados de Tirta Empul
Al salir del templo nos dirigimos hacia los manantiales sagrados de Tirta Empul que se encuentran a poco más de un kilómetro de allí. Este lugar tiene más de mil años de antigüedad y su importancia se debe a que sus manantiales son sagrados. De hecho, se cree que esas aguas tienen poderes mágicos. Debido al carácter sacro del lugar se tiene que entrar vistiendo un sarong. La entrada son 30.000 IDR por persona (unos 2 € al cambio).
Lo que más llama la atención del recinto son las piscinas a las que llega el manantial de agua sagrada. Antes de llegar creíamos que solo tendrían acceso a ellas los balineses, pero vimos a un montón de turistas bañándose en ellas y purificándose. Nosotros no tenemos esas creencias, por lo que no teníamos pensado bañarnos. Además, creo que si te metes en un lugar así y haces la «turistada de turno» en un lugar que para otra gente es sagrado, puedes llegar a ofenderles. Aunque no vamos a engañarnos, no queríamos mojarnos, así que lo vimos todo desde fuera.
El resto del recinto está bien, aunque nada que no puedas ver en otros templos de Bali. Eso sí, en ciertas zonas no se permite el acceso a turistas. Puedes ver lo que hay, pero detrás de un pequeño muro de piedra.
Volcán Gunung Batur
Desde Tirta Empul fuimos a Gunung Batur, un volcán situado en el norte de la isla que tiene una altitud de 1.717 metros. Por esa zona puede hacer algo más de fresco que a altitudes menores, sobre todo por el aire que corre. Así que si vas en moto puede que te venga bien ponerte algo para no pasar frío. Pero solo algo más que una camiseta de manga corta, que tampoco hay que exagerar.
En la carretera de entrada al volcán te piden una entrada que va en función del número de visitantes y del vehículo en el que vayas. En nuestro caso, al ir en coche y ser dos personas, pagamos 65.000 IDR (unos 4,31 € al cambio). Esto te da acceso a la zona, pero no a los templos que vayas a visitar, eso va aparte.
Al llegar allí dejamos el coche en un aparcamiento y fuimos directos a la terraza de un restaurante para ver la panorámica del volcán. Las vistas son impresionantes, aunque también he de decir que habiendo visto el amanecer desde el Monte Bromo, este lugar queda bastante empequeñecido.
Templo Pura Ulun Danu Batur
Tras estar un rato en aquella terraza y viendo que era completamente imposible conseguir una mesa en la que poder comer o tomarnos algo para contemplar las vistas, desistimos y nos fuimos a visitar el cercano Pura Ulun Danu Batur. Aquí viviríamos uno de los «timos» del viaje, que se uniría al de la cascada Madakaripura.
El conductor nos dejó frente a la puerta del templo y, después de que se le acercase una chiquilla, nos dijo que nos fuésemos con ella a la otra acera para comprar las entradas. La seguimos aunque nos parecía raro que tuviésemos que ir al otro lado de la carretera para comprar las entradas. La chica nos llevó a un mostrador en el que pagamos las entradas, 35.000 IDR por persona (unos 2,3 €), hasta ahí todo bien. Pero después no dijo que teníamos que llevar un sarong y un «cinto especial» en muestra de respeto. Y claro, teníamos que pagar por ambas cosas. Le dijimos que ya teníamos un sarong y que no queríamos otro, entonces nos dijo que era obligatorio llevar ese cinto para mostrar respeto por su religión. Aunque nos empezaba a oler raro, aceptamos y le preguntamos cuanto era. ¡20.000 IDR por persona! (1,33 € al cambio). Aceptamos a regañadientes, a sabiendas de que nos la estaba colando.
Después, en vez de ir directamente al templo, nos metió por una puerta que daba a su tienda. ¡Acabáramos! ¿Encima de colárnosla, nos quieres vender algo? ¡De ninguna manera! Nos empezó a enseñar telas que según ella eran de alta calidad, pero le dijimos que no rotundamente. Entonces, la chica, con una imitación magistral de del gato de Shrek, con carena de pena, nos pidió que le comprásemos unas postales. Lo primero que pensé fue que ni de coña, pero entonces vi la cara de Lena y comprendí que esa batalla ya la tenía perdida. Lena tenía el corazón desecho ante la mirada de la chica, así que al final compramos un pack de postales por 30.000 IDR (2 € al cambio).
Por fin, tras la jugarreta que nos habían hecho, entramos en el templo. Pura Ulun Danu Batur es el segundo templo más importante de la isla tras el templo madre, Pura Besakih. Lo más curioso de este templo es que inicialmente no estaba ubicado donde está ahora, sino que se encontraba a los pies del Gunung Batur, que es un volcán activo. Por desgracia, el volcán entró en erupción en 1926 y destruyó el pueblo de Batur y el templo, a excepción del santuario más importante, un meru de once pisos dedicado a Dewi Danu. Los supervivientes de aquella tragedia movieron los restos del templo a lo alto de la caldera, en donde reconstruyeron su pueblo y el resto del templo.
El templo es bonito y no había apenas gente, pero al ser una zona de mayor altitud y con menos vegetación no lucía tanto como otros templos que habíamos visto. En el interior, un hombre nos ofreció sus servicios de guía y automáticamente le dijimos que no. No sé si iba con buenas intenciones o no, pero no le dimos la oportunidad. Nos la habían colado hacía un segundo y no queríamos ser las víctimas incrédulas de más balineses. Aun así, el hombre insistió y nos estuvo siguiendo durante toda nuestra visita. Al final, nos lo tomamos con humor y acabamos «jugando con él al escondite». En fin, o te lo tomas con humor o te desesperas.
Celebrando el día de la independencia de Indonesia en Ubud
Decidimos que era suficiente por hoy. Queríamos llegar algo pronto al hotel para poder disfrutar de un masaje que habíamos reservado a última hora de la tarde y para darnos un chapuzón en la piscina del hotel. Tras una hora en el coche llegamos a Ubud y nos encontramos con un atasco increíble. Y no me refiero a tráfico lento sino a que estábamos completamente parados. Le preguntamos al conductor y nos dijo que sería por las celebraciones. Era el día de la independencia de Indonesia (el 17 de agosto) y había desfiles y demás actos que habían hecho que se cortase el tráfico. Después de más media hora parados, como veíamos que iba para largo, le dijimos al conductor que nos íbamos a acercar a ver que se cocía y que en cuanto viésemos movimiento de vehículos correríamos de vuelta al coche.
En el campo de fútbol de Ubud, que está entre el palacio y el Monkey Forest, estaban realizando los actos de celebración. Aunque llegamos justo al final, sí que pudimos ver a los niños formando filas con los uniformes de sus respectivos colegios, militares, banderas y un montón de gente celebrando la independencia del país de los holandeses.
Tras una hora metidos en el atasco, los coches se empezaron a mover y conseguimos llegar al hotel. Por supuesto, ya habíamos perdido la reserva para darnos un masaje, pero aun así pudimos relajarnos en la piscina del hotel. Darte un baño en un lugar así, con ese entorno, con esas vistas a la vegetación de la zona, no tiene precio.
Después de relajarnos en la piscina y a sabiendas de que Ubud podría seguir siendo un caos de gente, decidimos quedarnos cenando en el hotel. Total, hasta ahora nos había encantado todo lo que habíamos comido allí. Nuestra elección para esa noche fue pollo empanado con patatas fritas y ensalada para Lena (quería algo más occidental), un guiso de carne picante para mí (yo quería probar todos los platos indonesios de la carta) y para beber… ¿lo adivinas? Efectivamente, zumo de naranja y papaya. Todavía, a día de hoy, echo de menos esos zumos tan ricos que nos tomábamos en Indonesia.
Al día siguiente nos esperaría nuestro último día con un coche con conductor por Bali y, aunque seguramente tuviésemos que modificar la ruta que teníamos planeada, pensábamos aprovecharlo a tope.
Mapa detallado de la ruta por norte de Bali
Te dejo un mapa con los puntos de interés del norte de Bali que vimos (en rojo), así como otros puntos de interés de la zona (en amarillo) que por falta de tiempo no vimos.
Si quieres ver el mapa en otra pestaña haz clic aquí.
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