Nos levantábamos ansiosos. Hoy empezaba nuestra aventura hacia el desierto del Sahara de Marruecos, hoy comenzaba la Ruta de las Mil Kasbahs. Dejaríamos atrás la estabilidad de dormir todos los días en la misma ciudad, para convertirnos en unos «nómadas» por el sur del país durante los próximos cuatro días.
Índice de contenidos
Para hacer la llamada Ruta de las Mil Kasbahs que va desde Marrakech hasta el desierto hay dos posibilidades: por tu cuenta o con un tour organizado. Te explico las ventajas e inconvenientes de cada una a continuación:
Opciones para hacer la Ruta de las Mil Kasbahs
Tour organizado
Sin duda alguna, ésta es la forma más cómoda de hacerlo. Un tour privado en el que vas solo con tu pareja, familia o tu grupo de amigos. La empresa se encarga del transporte (normalmente en un 4×4) y además, durante todo el camino, te acompañará un guía que habla español. Aparte del transporte, también se incluye alojamiento en media pensión (desayuno y cena).
Dependiendo del tiempo que dispongas, hay tours de diferente duración:
- Excursión de 2 días al desierto de Zagora.
- Descripción: si tienes poco tiempo ésta es la mejor opción. Visitas Aït Ben Haddou, la kasbah más famosa de Marruecos y además duermes en una jaima en el desierto.
- Precio: 120 € (precio para 2 personas).
- Excursión de 3 días al desierto de Merzouga.
- Descripción: en este caso la ruta cambia y podrás disfrutar con más tiempo de los espectaculares paisajes que hay al otro lado de la cordillera del Atlas, como las Gargantas del Dades o las Gargantas del Todra. También se visita Aït Ben Haddou y se pasa una noche en una jaima bereber en medio del desierto; entre otras cosas.
- Precio: 180 € (precio para 2 personas).
- Excursión de 4 días al desierto de Merzouga.
- Descripción: esta ruta sería más o menos la equivalente a la que hicimos nosotros por nuestra cuenta. Con cuatro días puedes visitar bastantes más puntos durante el camino. Si tienes tiempo, para nosotros sería la más recomendable.
- Precio: 690 € (precio para 2 personas).
- 5 días de aventura, ruta Dakar y Merzouga.
- Descripción: con un día más podrás adentrarte a lugares más recónditos por los que antaño pasaba el famoso rally Dakar.
- Precio: 860 € (precio para 2 personas).
* Para ver los precios actualizados visita los enlaces.
Coche de alquiler
Ésta fue la opción que nosotros elegimos. La razón principal fue que nos gusta ir a nuestro ritmo, sin preocuparnos de que nadie nos está esperando, ni que tenemos que cumplir una ruta establecida. Además, hacerlo de esta forma hace que sea toda una aventura. Eso sí, te recomiendo que tengas cerradas un par de cosas antes de ir allí: el coche de alquiler y el alojamiento
El alojamiento puedes cogerlo directamente cuando llegues a un pueblo o ciudad, pero al no haber tanta oferta y normalmente llegar a una hora tarde se te puede complicar el asunto. En el caso del alojamiento en el desierto yo diría que sí o sí debes reservarlo con antelación si no quieres llevarte un chasco. Te recomendaría que reservases todos los alojamientos con antelación; así lo hacemos nosotros. De esta forma podemos comparar antes de decantarnos por uno y nos evitamos perder tiempo en el destino.
Para que te hagas una idea de los precios de los alojamientos, las dos noches que pasamos en riads rondaron los 50 € habitación doble. Sin embargo, la noche que pasamos en el desierto el precio era considerablemente mayor. Gracias a un acuerdo con el Auberge Café du sud nos hicieron una rebaja de precio, de no ser así, el precio por una jaima estándar ronda los 40 € por persona u 80 € en el campamento de lujo (incluyen desayuno y cena).
En cuanto al tema del coche, nosotros alquilamos un peugeot 206 con AVIS. Estuvimos comparando precios en la página de rentalcars para ver cuál era la empresa que mejor nos salía y al final nos decidimos por ésta. El alquiler del coche durante 4 días (incluyendo extras) fue de 165 €, más unos 75 € en gasolina. Es decir, en total unos 240 € para el transporte.
A lo anterior habría que añadir el coste de las cenas, que en nuestro caso se nos fue un poco de las manos y nos gastamos unos 30 € por noche (en el desierto estaba incluido). Sumando todo esto serían unos 240 € en transporte, 180 € en alojamiento, y 60 € en cenas, lo que hace un total de unos 480 € por dos personas. Como ves, es una opción más barata que la del tour organizado (algo más de 200 €), pero eso ya depende de los gustos de cada uno, la comodidad que desees, si prefieres tener o no un guía, etc.
Si vais en grupo, el ahorro será mucho mayor ya que compartiréis los gastos del transporte entre más gente.
Seguimos con el relato… El día no había amanecido tan caluroso como para poder desayunar en la terraza del riad, así que un día más lo tomamos en el salón. El desayuno fue muy similar al anterior, salvo por alguna pequeña variación. Eso sí, el riquísimo té bereber estaba presente. De hecho, en esta ocasión me enseñó a hacerlo. Usaba unas 9 plantas que compraba en el mercado, así que muy a nuestro pesar no podríamos hacerlo cuando volviésemos a casa.
Tras pagar el alojamiento y darle una propina por lo bien que nos había tratado durante nuestra estancia (comprarnos los billetes de bus a Essaouira, enseñarnos a hacer el té…), nos fuimos a buscar un taxi para ir a la oficina de la empresa de alquiler de coches. Salimos a una plazoleta cercana, dónde había unos pocos taxis aparcados, y les preguntamos por cuanto valía ir hasta dónde nosotros queríamos. Nos dijeron un burrada de dinero y, por supuesto, les respondimos que no, que pusiesen el taxímetro. Hablaron entre ellos y, entre risas, nos negaron con la cabeza. Insistimos un par de veces y al ver que se mantenían en sus trece, les dijimos que de eso nada y nos fuimos a buscar otro lado. No llevábamos caminando ni un minuto cuando encontramos otro taxi que no puso ningún impedimento en poner el taxímetro. Así que ya sabes, si te pasa esta misma situación, no te dejes engañar y no te montes en un taxi que no quiera poner el taxímetro, porque al final te van a cobrar muchísimo más de lo que realmente sería.
Recogiendo el coche de alquiler
Llegamos a la oficina de Avis en la avenida Mohammed V después de poco más de cuarto de hora. Enseñamos los papeles de la reserva y comenzamos con los trámites del alquiler. Aunque no lo teníamos contratado en la reserva, a última hora decidimos incluir un seguro adicional que nos cubría pequeños rayones, rotura de cristales, etc. Preferíamos no tener que preocuparnos por estos problemas. Así, si nos saltaba alguna piedrecita al cristal o nos rayaban el coche nos evitábamos pagar la reparación. Ahora no recuerdo el precio, pero tampoco era mucho.
Tras terminar de firmar todos los papeles y enseñar los documentos necesarios, nos fuimos a la calle a recoger el coche con uno de los empleados. Lo primero que hay que hacer en estos casos es apuntar todos y cada uno de los rozones, abolladuras o cualquier tipo de desperfecto que tenga el coche. El empleado nos dio un papel con el esquema de un coche para que los fuésemos apuntando, pero además de esto fuimos haciendo fotos desde todos los lados para también tenerlo nosotros. Después de firmar ese último papel, nos dio las llaves del coche y el GPS. Ahora sí comenzaba nuestra ruta de cuatro días por el sur de Marruecos.
Lena se puso al volante y arrancamos. La verdad es que al principio iba un poco tensa, pero no era para menos. La manera que tienen de conducir allí es bastante más caótica que en España. Los coches se cruzan sin previo aviso y tienes que estar muy atento a todo lo que pasa a tu alrededor. En las grandes avenidas, cuando la circulación es más fluida, el tráfico se normaliza un poco más.
En apenas unos minutos ya habíamos abandonado Marrakech y el tráfico se había disminuido muchísimo. Al final, salir de la ciudad fue mucho más sencillo de lo que nos imaginábamos. Pese a que el tráfico es más caótico que en España, no fue la locura que nos imaginábamos.
La cordillera del Atlas
Dejamos atrás Marrakech y poco a poco el paisaje fue cambiado, nos íbamos acercando a la cordillera del Atlas. Pasamos por pequeñas poblaciones donde parecía que el tiempo se había detenido hace años. Gente montada en burro, carros tirados por caballos, ancianos sentados en la calle observando tranquilamente el día a día… En conclusión, todas esas escenas que los que vivimos en ciudades no vemos jamás.
Llevamos ya un par de horas conduciendo y hacemos una breve parada para estirar las piernas. Nos está sorprendiendo el estado en el que se encuentra la carretera, está bastante mejor de lo que esperábamos. Poco tienen que envidiar a las carreteras españolas, al menos por lo que hemos visto hasta el momento.
Unos kilómetros después de la parada comenzamos a subir las montañas. La carretera cambia por completo. La inclinación y la sucesión interminable de curvas nos hacen ir más lentos y gastar más gasolina. Además, por esta zona están en obras (a fecha del viaje, noviembre de 2015), en lo que parece ser una ampliación y mejora de la carretera. Esto nos hace ir aun más lentos. Pero bueno, con paciencia y tranquilidad vamos avanzando. Es mejor ir algo más lentos, pero seguros. Algo que vemos bastante frecuentemente y que nos llama mucho la atención es que muchos coches marroquíes adelantan aunque no tengan visibilidad o incluso en curvas. Esto en España lo veríamos como una locura, pero en Marruecos parece una práctica bastante habitual, por eso es mejor ir con cuidado. De todas formas, a las velocidades que vamos da tiempo de sobra para frenar y que ambos coches se aparten sin chocar. El ir tan lentos también tiene otra ventaja, nos permite disfrutar de los impresionantes paisajes de esta zona del país.
Terminamos de subir y llegamos al famoso puerto Tizi n’Tichka. Con 2260 metros de altura, este lugar es el paso de carretera más alto del país. Además también se le conoce como la «puerta del Desierto de Sáhara», ya que conecta Marrakech con el gran desierto. En esta ocasión no paramos porque íbamos algo justos de tiempo y no queríamos llegar muy tarde a nuestro destino (ya lo haríamos a la vuelta). A estas altitudes empezamos a ver algo nieve, por lo que es conveniente informarse previamente si el puerto está en buenas condiciones o está cerrado. En las fechas que nosotros fuimos es raro que esto ocurra, pero sí que puede pasar en los meses de invierno. Así que si vas a hacer esta ruta, infórmate antes para evitar sustos una vez llegues allí.
Pese a las curvas, el camino está siendo bastante sencillo, básicamente hay que seguir todo el rato por la carretera N9 y tener algo de cuidado con los adelantamientos en las zonas de curvas. Eso sí, el ir tan despacio y con marchas cortas, ha hecho que el depósito de gasolina haya bajado bastante, aunque por el momento preferimos no repostar.
El impresionante kasbah Aït Ben Haddou
Pasadas dos horas desde que hicimos la parada llegamos a Tabourahte, dónde cogemos el desvío en dirección a Aït Ben Haddou. En este caso la carretera está un poco peor, pero aun así no hay ningún problema en ir por ella durante los 10 kilómetros aproximados que hay hasta el destino. Aparcamos al lado de un pequeña tienda donde aprovechamos para comprar una Coca-Cola de litro y medio (15 MAD, unos 1,40 €) y una bolsa grande de patatas por 20 MAD (1,86 € al cambio). Era tarde y habíamos decidido no parar para comer hasta que llegásemos al riad, pero algo teníamos que meternos en el estómago.
Fuimos caminando hacia uno de los lugares que más ilusión nos hacía visitar, la famosa Kasbah de Aït Ben Haddou. Un lugar Patrimonio de la Humanidad que posiblemente te suene por haber aparecido en numerosas películas como Gladiator, La momia, Babel o Prince of Persia: The Sands of Time. En el interior de este lugar se conservan construcciones del siglo XVII y es sin lugar a duda, uno de los principales atractivos de la Ruta de las Mil Kasbahs.
Una aclaración, antes he dicho kasbah de Aït Ben Haddou, que es como normalmente se le cita a este lugar, pero realmente se debería decir Ksar de Aït Ben Haddou. La diferencia entre kasbah y ksar, simplificándolo mucho, sería que una kasbah es una casa fortificada y un ksar es un poblado fortificado.
Al llegar a la orilla del cauce del río Ounila vimos el ksar de Aït Ben Haddou. Era impresionante, imponente. No me extraña que haya sido el escenario de tantas películas, es un lugar precioso.
Cruzamos el cauce seco del río y fuimos subiendo por las callejuelas. Parecía un lugar abandonado. No veíamos a nadie, salvo alguna pequeña tienda que nos encontramos por el camino. Pero es que además, no había apenas turistas. Supongo que ir en noviembre ayuda bastante a poder disfrutar de lugares así con mayor intimidad.
Después de subir un rato llegamos a la parte superior. Las vistas desde allí son increíbles, es un lugar lleno de magia y encanto que ha conservado toda la esencia de su época.
Estábamos tranquilos, disfrutando del momento cuando a lo lejos, en el cauce del río, vimos un montón de gente. ¡Estaban grabando una película! Aquel montón de gente representaba a un ejército que cargaba contra el enemigo. La misma toma la repitieron una y otra vez durante todo el rato que estuvimos allí. Aunque estaban muy lejos, las cámaras enfocaban hacia nosotros. Así que, quien sabe, quizás salimos en una película y no lo sabemos aun.
Seguimos subiendo hasta llegar al agadir (granero fortificado) que se encuentra en lo alto de la colina. Desde allí las vistas al palmeral y a la hamada son espectaculares. Eso sí, allí arriba el viento corría con fuerza. Menos mal que nos llevamos los abrigos porque ahora sí que se notaba algo más de frío.
Tras un rato callejeando por ese maravilloso lugar y después de un montón de fotos, volvimos a cruzar el río. Lo llamo río, aunque no corría ni una gota de agua. Cuando llegamos al otro lado hicimos la foto de rigor, la típica foto de postal que se suele ver en las guías, pese a que el Sol ya casi se había ido. Tampoco quisimos entretenernos mucho porque se nos había hecho bastante tarde y todavía nos quedaban unos cuantos kilómetros de carretera. Tendríamos que hacer una buena parte del camino de noche.
De camino al riad, una llamada inesperada
Aun nos faltaban más de 150 kilómetros hasta nuestro destino y con la gasolina que había en el depósito no nos daba ni de coña para llegar. Aprovechamos que pasábamos por Ouarzazate, la ciudad principal de la zona, para parar en una de sus gasolineras y llenar el depósito por 280 MAD (28 litros por unos 26 €).
Íbamos conduciendo tranquilamente, cuando de repente recibo una llamada de un número marroquí. ¿Quién podría ser? Con mi mente pensando en las tarifas del roaming y en el sablazo que me iban a dar en la factura del teléfono, respondí. Eran los del alojamiento en el que íbamos a dormir esa noche. Estaban preocupados por si nos había pasado algo o no encontrábamos el riad. Les dijimos que no se preocupasen, en unos veinte minutos llegaríamos allí.
Nos alojamos en una kasbah en el valle del Dades
Al final, 3 horas y pico más tarde de nuestra salida del Kasbah de Aït Ben Haddou, llegamos al Riad Timadrouine. Los tiempos que habíamos consultado con Google Maps e incluso lo que nos decía el gps del coche, se acercaban bastante poco a la realidad; se tardaba mucho más. Nada más aparcamos el coche salieron a recibirnos y a ayudarnos con las maletas. Nos dieron la bienvenida y nos dijeron, y cito palabras textuales, «Esta noche sois los reyes del castillo, estamos a vuestro servicio». Toma ya, eso es un recibimiento y lo demás son tonterías. Pero lo mejor es que no era una frase hecha, era completamente literal. Éramos los únicos huéspedes de aquel riad que era, ni más ni menos que, una increíble kasbah transformada en riad. ¡Íbamos a dormir en una fortaleza marroquí! El lugar era impresionante, pero eso ya lo detallaré con pelos y señales en otra entrada del blog, sigamos con la historia.
Nos preguntaron si queríamos cenar allí. Tampoco teníamos muchas más opciones teniendo en cuenta las horas que eran, así que aceptamos. Nos dijeron que iban a empezar a preparar las brasas de la barbacoa y que si queríamos, todavía nos quedaba algo de tiempo para poder ir al hamman del riad y relajarnos hasta la cena. Así que no lo dudamos, nos cambiamos y nos fuimos para allá.
El hamman-spa era precioso, estaba decorado con un montón de detalles marroquíes y además era de uso gratuito para los huéspedes del riad. Primero estuvimos relajándonos un buen rato en el jacuzzi, para terminar yendo unos minutos al hamman. La verdad es que fue una grandísima pena no haber podido llegar antes al riad para disfrutar de aquel lugar. La media hora que estuvimos nos supo a poco.
Tras disfrutar del hamman, nos cambiamos y fuimos al salón-comedor. La iluminación tenue, la decoración rústica y el calor de la chimenea hacían de la estancia un lugar muy acogedor. Poco a poco nos fueron sirviendo los platos de un menú cerrado. Como entrantes nos pusieron una pequeña ensalada de tomate, una berenjena con una especie de pisto por encima y una sardina a la barbacoa con un toque marroquí. El primero fue algo parecido a una empanadilla, acompañada de un puré de patata especiado y pepinillos aliñados. Todo estaba riquísimo, pero lo mejor llegó con el principal, una barbacoa de cordero que estaba para chuparse los dedos. Por último y para rematar el menú, nos sirvieron una mousse de chocolate.
La cena estuvo genial, especialmente la barbacoa, la única pega es que quizás fue algo cara. Pagamos en total 30 €. También es cierto que mereció la pena tanto por el lugar, como por el servicio y el sabor de los platos. Fue una velada genial con la que terminamos el primer día de la Ruta de las Mil Kasbahs.
Mapa detallado de la primera etapa de la Ruta de las Mil Kasbahs
Te dejo un mapa con los puntos de interés que visitamos durante el primer día que estuvimos en ruta por el sur de Marruecos, además de otros que puedes visitar si tienes más tiempo (marcados en amarillo).
Si quieres ver el mapa en otra pestaña haz clic aquí.
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